martes, 29 de mayo de 2012

La educación del perro: conseguir su respeto.

La llegada del cachorro es un acontecimiento muy especial al que nos enfrentaremos tomando ciertas precauciones. El dueño debe ganarse el respeto del animal desde el primer momento. No se debe caer en el error de disculparlo cuando comete un fallo, sólo por ser un cachorro, ya que provocaría consecuencias en el comportamiento del animal.
El respeto debe ser mutuo, puesto que el dueño también debe considerar al perro sin abusar de su superioridad. Todo aquello que se le permita hacer al cachorro será más difícil de rectificar cuando sea adulto, ya que el perro lo habrá relacionado como correcto y cada vez acentuará más las malas costumbres.
 


Respeto no es temor.

El perro debe tener respeto a su dueño, pero no debemos confundir el respeto con el miedo. Ese respeto se pierde con facilidad si se pega al perro, si se le castiga o regaña sin que éste pueda averiguar el motivo. Podemos prohibir cien veces a nuestro perro que vaya al jardín del vecino a jugar y será inútil. Podemos emplear castigos "casuales", como por ejemplo, si durante una de esas excursiones se vuelca estrepitosamente un sillón del jardín, el perro se asustará y en el futuro evitará este terreno. 

El perro es un animal de manada que vive jerarquizado. Así, la situación resultará problemática si ningún miembro de la familia muestra características de liderazgo y si faltan reglas para la convivencia. En tal caso el perro asume el papel directivo y considera al resto de la familia como subordinados. Desde el primer momento hay que imponer reglas de convivencia que le mostrarán su rango inferior, pero para ello no debemos ser especialmente rigurosos ni recurrir a la violencia física.



Hacerle feliz educándole

Debemos poner límites al perro con coherencia, es decir, mostrar determinación sin ser condescendiente. Conociendo todo esto, es muy importante que a partir de ahora la palabra ?pobrecito? desaparezca de nuestro vocabulario. Entender que nuestro perro no es capaz de comprender, ni de compartir los valores humanos será el punto de partida para una buena relación. Tratarle como a un animal no es ni despectivo ni inmoral: es lo correcto y lo adecuado.

El perro será más feliz si sabe que le tratamos como a uno de su especie, y más si conoce cuál es su puesto dentro de la jerarquía que compone su manada, sin tener que verse en la obligación de competir continuamente con nosotros para mantener ciertos privilegios que a buen seguro no le corresponden.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario