Normalmente, la primera vez que tu perro vaya el veterinario, lo que
suele ocurrir cuando es cachorro, no tendrá miedo. Puede estar un poco
nervioso porque es un lugar nuevo, con gente que no conoce y se
encuentra con otros animales
extraños, pero si tu estas tranquilo él no debería reaccionar mal. Lo
que también suele ser normal es que después de un par de visitas tu
perro no quiera ni oír hablar de ir al veterinario. ¡Hombre! ¡Es que no
es tonto! Ya sabe que en ese sitio lo van a pinchar sino es para
vacunarlo, es para ponerle el chip, etc. Bueno el caso es que sabe que
le van a hacer daño así que bajo su punto de vista es mejor no acercarse
por allí.
Es decir que tu perro ya habrá establecido una mala asociación entre ir al veterinario y sufrir dolor.
No intentes consolarlo
Si notas que tu perro está nervioso o tiene miedo, no
intentes consolarlo. Eso es totalmente contraproducente. Los perros no
son personas y no reaccionan como lo hacemos nosotros. Si alguien los
intenta consolar abrazándolos o consintiéndolos cuando tienen miedo solo
entienden que efectivamente, es una situación que hay que temer y que
estamos premiándolos por mostrar señales de tener miedo. Así que
consolándolos obtenemos el resultado contrario a lo que deseamos. Empeoramos la situación.
Lo que puedes hacer es hablarle de manera normal e intentar
distraerle con un juguete o practicando las órdenes básicas: sentado,
tumbado, etc. El mensaje que les estaremos transmitiendo de esa manera
es que no pasa nada, que no hay razón de tener miedo y al cabo de un
rato debería tranquilizarse. Tu eres su ancla en una situación difícil
para él y si tú no te inmutas el comprenderá que no es para tanto.
El bozal
Es importante que antes de ir al veterinario
acostumbres tu perro al bozal. Los veterinarios lo suelen usar si ven
que un perro está muy nervioso o tiene demasiado miedo, ya que es
posible que en un ataque de pánico ataque. Imagínate el efecto del bozal
en tu perro ya nervioso o con miedo, si nunca ha llevado uno. Lo más
seguro es que lo acabe de desquiciar. Así que conviene que ya haya
experimentado la sensación del bozal en un entorno donde se sienta a
gusto como es tu casa. Pónselo varias veces en diferentes días y
déjaselo poco tiempo para que entienda que aunque sea una cosa que no le
guste esta no le hace ningún daño.
También es muy importante que lo premies en los
momentos adecuados. Llévate unas cuantas golosinas y dáselas cuando se
lo merezca, es decir, cuando se haya dejado manipular por el
veterinario: después del pinchazo, al bajar de la mesa de examinación,
al salir de la clínica. Puedes darle alguna golosina al veterinario para
que se la dé el también y así se haga "amigo" de tu perro.
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